Un robot no hará daño
a un ser humano, ni permitirá con su inacción que sufra daño. Así reza la
primera ley de la robótica, muy relacionada a un disco con el que me deleitaba
en las ondas hace poco y que, con más de cuarenta años, sigue tan fresco y
actual como en aquel 1977 en el que vio la luz.
Tras un debut en el que musicaban la obra de un autor tan
inquietante como Edgar Allan Poe, un tándem destinado a copar de hits las
radios del mundo poco más tarde, Alan
Parsons y Eric Woolfson, pensaron que podía ser interesante realizar un
disco que girase - si, esto ocurrió cuando los discos giraban - en torno a la
obra de Asimov, en la que mezclaba
de forma muy amena ciencia ficción con filosofía. Contactaron con el propio
autor, al que sedujo la idea, pero les advirtió de inmediato que no era dueño
de su obra. Así que "I Robot"
finalmente vio la luz omitiendo la coma del original y sin referencia explícita
a su inspirador.
Si digo que hoy en día pocos discos podrían superar la perfección de esta joya del pop sinfónico creo que me quedo corto. Esta pareja de genios de la producción y la composición fueron capaces de redondear tanto cada melodía, mimar cada arreglo y cuidar cada letra, ayudados por un plantel de músicos excepcionales, que el resultado final es enormemente brillante.
Si digo que hoy en día pocos discos podrían superar la perfección de esta joya del pop sinfónico creo que me quedo corto. Esta pareja de genios de la producción y la composición fueron capaces de redondear tanto cada melodía, mimar cada arreglo y cuidar cada letra, ayudados por un plantel de músicos excepcionales, que el resultado final es enormemente brillante.
Desde ese inicial e hipnótico homónimo que desemboca en todo
un adelanto del tecno-pop que aún estaba por llegar, pasando por sabias mezclas
de pop-rock con sonidos disco music
muy en boga en la época, como el genial I
Wouldn't Want to Be Like You o la funky Breakdown,
rozaban temas tan de actualidad que hasta los ‘realities’ parecen estar ya descritos en la orwelliana The voice
y más de uno podría aplicarse el cuento y seguir los consejos de un tema como Don´t let it show, que parece dirigido a
todos aquellos que muestran su vida de forma compulsiva en las redes sociales.
El proyecto musical de ese ingeniero que comenzó codeándose
con The Beatles en Abbey Road llegó a su plenitud con esta
exitosa obra. Eran otros tiempos, en los que lo conceptual aun vendía. La
edición de un disco era algo que se cuidaba hasta el más mínimo detalle, como demuestra
la preciosa portada - gran cabeza robótica con el Charles De Gaulle de fondo-
realizada por Hipgnosis. Eran tiempos en los que escuchábamos los
discos al completo, desgastando el vinilo de tanto pincharlo.
Sin embargo la música y el mensaje de I Robot siguen vigentes: cada día estamos más cerca de fabricar
seres más inteligentes que acabarán por dominarnos y quién sabe si destruirnos,
saltándose a la torera las famosas leyes de la robótica.
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