Podríais pensar que intento obviar
el próximo mes antes de que llegue, pero los que aman la música sabrán que me
refiero a nos acaba de dejar uno de los músicos más completos que ha dado nuestro
país, Antón García Abril. Al
contrario que su tocaya de apellido, que hace poco ‘daba la nota’ con su
negacionismo, este maestro de la composición se caracterizó por hablar con
cordura a través de su música.
Creo que mi primer contacto con su
obra, siendo un niño, fue la sintonía de Los
camioneros, serie de inicios de los 70 con un jovencísimo Sancho Gracia y en ella ya demostraba una
inigualable habilidad para realzar las imágenes con su música.
Pero García Abril ya llevaba años realizando trabajos tan dispares como
la partitura del documental Franco, ese hombre,
o sus incursiones en el cine de género como el western rodado en Almería Adiós, Texas -con otro Franco muy
distinto como protagonista-, o la tenebrosa música del film que aterrorizó mi
infancia, La noche de Walpurgis.
De esa época son sus composiciones
para grandes comedias, casi siempre de la mano de Pedro Lazaga. Se le
atribuye la popularización aquí del divertido estilo ‘dabadaba’ y no hay mejor ejemplo que un clásico de nuestro cine de
barrio, Sor Citroën, al que guardo
especial cariño por haber sido la primera película que vi en una TV en color. En
esas bandas sonoras también mostraba su admiración por la bossa-nova y se dejó
influir por el pop yeyé de la época.
A pesar de llevar tiempo
componiendo obras para grandes orquestas, e incluso alguna ópera, obtuvo el
reconocimiento gracias a su amigo Félix,
participando en una obra maestra de nuestro audiovisual patrio: El hombre y la tierra. Aunque realizó
cientos de composiciones para todos los capítulos de la serie, ya solo la
sintonía principal justifica una carrera.
En los ochenta volvió a taladrar
nuestra memoria colectiva con Fortunata y
Jacinta, Ramón y Cajal o la maravillosa Anillos
de oro, que no hubiesen sido las mismas sin sus melancólicas sintonías.
Os invito a descubrir su obra
orquestal, con piezas como Hemeroscopium
o algunas de sus sonatas, de entre su inmensa producción. Dediquemos a Antón
García el próximo abril.