martes, 31 de julio de 2018

Hijos de Afrodita


Las únicas referencias sobre Grecia en mi niñez fueron la entonces princesa Sofía y ese sabroso pan griego que mi madre me compraba en la confitería La Colmena, aquella que estaba junto a Rio Preto Radio.
Sin embargo, ya metido en la adolescencia, fueron dos barbudos algo orondos y de extraños nombres los que me pusieron al país heleno en el mapa.
Evangelos Papathanassious y Artemios Ventouris Roussos – más conocidos como Vangelis y Demis Roussos -  hicieron en los setenta más por popularizar su país que aquellos famosos pensadores con los que nos martirizaban en clase de filosofía.
Tras sus primeros escarceos musicales emigraron por dos motivos: el pobre futuro que la industria discográfica helena les ofrecía y unos cuantos coroneles que poco margen les iba a dar en lo artístico. Cosas de las dictaduras, ya se sabe.
Se puede pensar que el nombre de la banda que los dio a conocer - Aphrodite´s Child - proviene de la mitología de su país de origen, pero realmente lo extrajeron del título de una canción de Dick Campbell, un tipo que iba a ser el competidor de Dylan y se quedó en ‘agua de borrajas’. Con ese rimbombante nombre intentaron desembarcar en el swinging London, pero ese mayo del 68 estaba algo movido y quedaron atrapados en París, viviendo las revueltas en primera fila.
Solo grabaron tres discos con la legendaria formación, dos de ellos encuadrados en el pop psicodélico de la época y un tercero y último considerado una joya del rock progresivo. Adelantándose a los mismísimos Maiden, lo llamaron 666.
Las ideas musicales de los dos griegos iban por derroteros diferentes y aunque en el futuro colaboraron en ocasiones, tras ese apocalíptico disco decidieron seguir caminos separados. Roussos engordó aún más, se enfundó en sus largos chalecos, altas botas, collares hippies y anchas túnicas y pasó muchos años susurrándonos bellas melodías con su voz aguda y con vibrato - ¿os acordáis del triki triki? - , y Vangelis progresó disco a disco en su investigación de todo tipo de sintetizadores, especializándose en musicar imágenes en movimiento. Siempre que observamos una gran hazaña deportiva a cámara lenta la asociamos a su eterna melodía de Carros de fuego, pero en su larga y variada carrera ha tenido tiempo para experimentar con el jazz, la música experimental, la electrónica o la world music. Su legado musical es más que notable.
A día de hoy, siempre que en los telediarios aparece la maltrecha,  rescatada y ahora desgraciadamente calcinada Grecia no dejo de acordarme de esos dos aventureros que, para mí gusto, generaron más riqueza que su paisano Onassis.