martes, 26 de marzo de 2019

Y un jamón



















Posiblemente no hay nadie con cierta inquietud musical que no conozca y reconozca los méritos de los ídolos del rock y pop foráneo. En EEUU los Elvis, Dylan, Beach Boys y compañía y en esa isla que tan poco aprecia al resto de europeos sus The Beatles, Stones, The Who y tantos otros. Pero ¿nos preocupamos alguna vez por estar al tanto de quienes fueron nuestros propios pioneros en esto de los amplificadores, las guitarras eléctricas y las baterías que tanto nos gustan?. Ahí puede que fallemos la mayoría y, como mucho, nos conformamos con los primeros rock facilones del Dúo Dinámico o los iníciales pasos del gran Mike Ríos. Pero hay nombres y bandas que han forjado tanto como estos nuestra propia historia del rock y merecen el recuerdo y tanto reconocimiento como sus coetáneos anglosajones o incluso más.
 ¡ Qué narices ¡ Seamos un poquito chauvinistas, que está muy bien admirar lo de fuera pero no a costa de ignorar lo propio.
Hace poco buceé en las carreras previas de los miembros de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán – tres de ellos nos van a visitar en breve - confirmándome lo que estoy contando. Partiendo de Los Íberos – ya dejaban bien claro su origen - que tomaban la senda de bandas británicas como The Kinks, The Left Banke o The Move, con ese gusto por el rock barroco, elegante e inteligente, pasando por unos pioneros de progresivo patrio llamados Franklin, que bebieron del sinfonismo y la psicodelia en unos prematurísimos años setenta. Y hasta llegar a una de las formaciones más interesantes de la historia de nuestro pop, Solera,  banda con un solo disco en toda su carrera que merece ser degustado una y otra vez, sin que deje de sorprender nunca su frescura y originalidad. Mezclando unas armonías vocales dignas de los Crosby, Stills, Nash and Young y con un claro toque de pop orfebre, dejaron joyas hecha canción como aquel Linda prima que aún asombra por su singularidad, o esa bellísima melodía inolvidable que es Calles del viejo París.
Una generación, la de todos ellos, plagada de excelentes músicos y de compositores que hacían verdaderos milagros con pocos medios y muchas notas. Por supuesto soy el primero en deleitarme con cualquier buen disco, venga de donde venga, porque ponerle fronteras a la música es uno de los ejercicios más ridículos que se me ocurren, pero no coloquemos tampoco una barrera a lo que nos es más cercano, ya que dentro de casa se esconden melodías y voces que te van a sorprender tanto o más que las de fuera. Para que me entendáis: que está muy bien comerse una hamburguesa, pero desde hace mucho aquí tenemos muy buen jamón.

martes, 19 de marzo de 2019

El movimiento perfecto



Dicen que el movimiento se demuestra andando, pero en la década de los sesenta y en Inglaterra muchos jóvenes músicos lo hicieron tocando o, más bien, creando música muy original y que desencadenaría poco después drásticos cambios.
Es norma extendida suponer que The Beatles fueron los creadores de muchas tendencias en la música de su década. Una afirmación no del todo correcta porque, si bien es innegable que los cuatro de Liverpool se arriesgaron y adentraron en terrenos desconocidos hasta ese momento para el gran público, y que no se abandonaron a la comodidad que el éxito les había brindado, también es no menos cierto que no fueron ellos los inventores de todas las tendencias de la época y que, en ocasiones, ejercían más bien como esponjas musicales que absorbían con mucho acierto lo que les rodeaba, para después popularizarlo.
De forma que, mientras los escarabajos cargaban las balas de su Revolver, ya un inquieto y extraño músico llamado Roy Wood andaba componiendo también canciones que rompían con los cánones establecidos, aunque apoyándose en las estructuras del pop de la época.
Su banda, The Move, comenzó siendo polémica y transgresora, al publicitar su primer contrato con una fotografía en la que los músicos firmaban sobre la espalda de una guapa modelo en topless – hoy en día a ver quién se atreve a tanto – o apoyando la campaña de uno de sus primeros singles, la deliciosamente psicodélica Flowers in the rain, en una postal que satirizaba de tal forma al primer ministro británico de la época, Harold Wilson, que les costó sus royalties de por vida. Pero todo ello no empañaba sus aportaciones innovadoras, siendo pioneros en la incorporación de melodías provenientes de la clásica y en el uso de los cuartetos de cuerda integrados en una banda de rock, que ya aparecen en temas como Night of fear o The girl outside.
En mi juventud ya escuché a esta original banda, y mi asombro fue mayúsculo al comprobar que llevaba oyendo desde mi más tierna infancia, en manos de la orquesta de un tal Enrico Simonetti, uno de sus éxitos más sonados, el melancólico Blackberry way, escondido en uno de los discos de la colección de mi padre.
No encuentro un ejemplo mejor que el de los chicos de The Move para explicar que es una banda de culto y sus requisitos básicos: ser tan ignorados por el público como influyentes para formaciones posteriores.  En el tablero de ajedrez de la historia musical, el siguiente movimiento de su líder fue, indudablemente, el más acertado: convertirse en la Electric Light Orchestra. Lo que se dice una jugada maestra.

martes, 12 de marzo de 2019

Entrevista a Ricardo Hernández (Editor y redactor Jefe en Subterránea Radio)



Uno de los motores necesarios para aprender cualquier materia es considerarse siempre un aprendiz en modo permanente “

Fue abducido en su juventud por un estilo musical fascinante que ha marcado su vida. Vinculado siempre al mundo de la música como técnico de sonido, comisario de exposiciones, crítico y divulgador, este apasionado historiador y melómano visita Almería con su recién editado libro "Rock progresivo para novatos”, una didáctica y divertida obra que presentará este viernes 15 de marzo a las 19:00 horas en la Librería Picasso.


- Para empezar, Ricardo  ¿qué es el rock progresivo?
Un estilo musical que surge al fusionar el rock, en cualquiera de sus vertientes y variedades, con otros estilos, que pueden ir desde el sinfónico clásico hasta el pop, pasando por el jazz, el blues, la ópera, la psicodelia, la música electrónica o incluso el folk.
- ¿Que ocurrió entre finales de los 60 y mediados de los 70 para que triunfase a nivel tan masivo?
Se dieron una serie de circunstancias, derivadas de innovaciones tecnológicas de gran aplicación en el entorno musical, unidas a una serie de no menos importantes cambios sociales y culturales, que contribuyeron a alterar no pocos paradigmas.
- ¿En qué tipo de música te consideras un novato y te vendría bien un libro como el tuyo?
En muchos, creo que uno de los motores necesarios para aprender cualquier materia es considerarse siempre un aprendiz en modo permanente. Es muy necesario crear libros que ayuden a conocer y comprender mejor la música de una forma que resulte cercana y amena, en lugar de caer en el habitual exceso de verborrea cultista, que se da con demasiada frecuencia en músicas consideradas como más complejas, como la clásica o el jazz.
- ¿Que asusta tanto del rock progresivo al oyente medio?
No es tanto susto como miedo a lo complejo.  El oyente medio está tan contaminado por la música comercial, pachanguera y facilona, que no tiene el oído acostumbrado a sonidos diferentes, y cuando escuchan una música que se sale de los convencionalismos propios del pop comercial o de las constantes repeticiones de compases 4/4, tienden a intentar escapar en lugar de pararse a escucharlo y tratar de comprenderlo.
- Un solo un disco para alguien que quiere adentrarse en el género y que no salga espantado ¿cual elegirías?
Es una pregunta difícil, porque dependerá mucho de los estilos que más le gusten al oyente, por ello en el libro incluyo un capítulo entero a este asunto, tratando de que cada uno pueda encontrar su guía óptima de entrada al rock progresivo. Yo empezaría por Dark Side of the Moon o Wish You Were Here, de Pink Floyd.
- ¿Tu banda prog favorita? ¿y alguna que te encante, pero alejada de este género?.
Mi banda favorita es Pink Floyd. Con respecto a músicas algo alejadas de estilos progresivos, podría citar a Fleetwood Mac y a varias bandas de música celta, como Cappercaillie, Clannad o Nightnoise. Dentro del rock más duro , Black Sabbath y Judas Priest, aunque no por encima de otras bandas que sí tienen toques más progresivos, como Deep Purple, Rainbow o Uriah Heep.
- Aun siendo experto desde hace años ¿existe alguna banda o artista que se te resiste o te cuesta asimilar?
Si, sobre todo Magma y el estilo que han creado: el Zeuhl. Aunque no se trata de un rechazo frontal, sino simplemente que no encuentro la misma satisfacción escuchando su música como me sucede escuchando otros estilos. Me parece un grupo impactante, y Christian Vander un compositor genial, pero su música no logra emocionarme.
- Hablemos de España, ¿qué bandas practicaron este estilo por aquí?
Hubo muchas, por mencionar algunas citaré a Canarios, Smash, Los Brincos, Maquina!, Tapiman, The Storm, Crack, Ibio, Bloque, Iman, Granada, Triana, Asfalto, Goma, Itoiz, Neuronium y muchas otras.
 Y en la actualidad ¿se hace prog en España?
Hoy en día hay una auténtica explosión de músicos y bandas que realizan música de todos los estilos y subestilos imaginables. Por mencionar algunas: On the Raw, Cheeto’s Magazine, Kant Freud Kafka, Kotebel, Senogul, Amoeba Split, Numen, Ignatius, Toundra, El círculo de Willis, Mind’s Doors, Herba D’Hamelí, El Tubo elástico, Frutería Toñi, Glazz y muchos más.
- Las nuevas generaciones consumen mas iVoox y YouTube que radio y TV convencionales. ¿beneficia a las músicas de más calidad y a propuestas como el podcast Subterranea, del que eres fundador?
Rotundamente sí, las nuevas plataformas de difusión nos permiten llegar a más personas, y se están convirtiendo en un canal de comunicación cada vez más variado, reflejo de la sociedad y sus inquietudes, lejos de los dictados de los monopolios que han controlado el cotarro durante las últimas décadas.
- Por último, un capitulo de tu libro lo titulas, con humor, ‘Como parecer un experto’; en el jazz existe postureo, ¿también en el progresivo?
¡Uf, sí, y mucho!, demasiado, diría yo. Me temo que es un mal asociado a estas parcelas de la cultura, que se encuentran reducidas en su ámbito de conocimiento a sectores de la sociedad más o menos minoritarios. Parece ser que eso hace que algunos se sientan superiores y pretendan dar una imagen falsa de sí mismos.

Cuando el rock encontró al prog


Decía el veterano Ariel Rot en una imaginaria conversación con el gran Sinatra, que ‘al estilo lo llevaron detenido y la elegancia ahora viaja en ambulancia’, lamentándose por la deriva de la música popular hacia derroteros que, hoy en día, podríamos asociar a los ‘triunfitos’ y al ‘reggaetoneo’, pero que lleva décadas atosigando los oídos de los que crecimos con una cierta sensibilidad artística.
A principios de los ochenta un joven técnico de sonido madrileño, Ricardo Hernández ya tuvo que sufrir en sus carnes esa deriva hacia lo hortera y lo banal, esa pérdida de sensibilidad que representaron gran parte de los sonidos que nos invadieron a partir de esos años. El arte musical, en poco tiempo, se había convertido en un frio negocio en el que las decisiones eran tomadas por orondos señores encorbatados y  donde, frente a las corcheas y los acordes, lo primordial era el capital y las listas de éxitos.
Seguro que en esa época, soportando sonorizar a bandas de músicos que apenas sabían tocar su instrumento pero que grababan discos y se hacían de oro, se le reafirmó aún más su pasión por la verdadera buena música, la que finalmente pasa a los libros de historia, donde en la actualidad nombres como Keith Emerson, Rick Wakeman o Roger Waters ya se codean sin rubor alguno con Beethoven o Charlie Parker.
En la música, tan importantes como los creadores son los divulgadores. Son los agentes comerciales de lo artístico. El divulgador no critica sino que focaliza su energía en mostrar las bondades de lo que ama, ignorando aquello que no le provoca satisfacción, pues su objetivo es transmitir a los demás lo que le parece hermoso. Y en ese noble oficio es donde destacan Ricardo y el proyecto Subterranea, del que es fundador.
Las nuevas formas de comunicar están haciendo renacer el gusto por lo radiofónico, con la comodidad que da el sistema de podcasting, y en esa fortaleza se apoyan, desde hace ya nueve años, unos locos aficionados al género del rock progresivo, atesorando tanto entusiasmo como conocimientos y demostrando que, en contra de lo que muchos piensan, el prog nunca murió, y además está en muy buena forma.
Especiales sobre bandas míticas, reseñas sobre discos actuales, descubrimientos de rarezas y, muy importante, buen ambiente mezclado con sentido del humor, es lo que transmiten el Sr. Hernández y sus compañeros de Subterránea Radio. Y, por si faltase algo, acaba de editar un libro en donde se recopilan muchos de estos conocimientos y sensaciones: Rock progresivo para novatos. El próximo viernes se presenta en la Librería Picasso. No me faltéis.


martes, 5 de marzo de 2019

Que le corten la cabeza


Este desequilibrado mundo en el que vivimos cada vez se asemeja más al que Lewis Carroll imaginó en su relato más célebre. Enciendes la televisión y te das de bruces con tertulias más absurdas que la famosa merienda de Alicia con el sombrerero loco, la liebre de marzo y el lirón. En su irracional y peligrosa locura, el comportamiento de la reina de corazones coincide con el de ese portador de fregona amarilla en la cabeza que rige los destinos del país más poderoso de nuestro tiempo. En nuestra propia nación, esos dos líderes conservadores tan similares que parecen intercambiables, ¿no os recuerdan a los absurdos e inquietantes gemelos Tweedledum y Tweedledee?
Pero no voy a viajar al siglo XIX sino al 1978, año en el que un ya experimentado Chick Corea decidió trasladar esta historia a su universo musical, uniendo muchas de las características que lo habían hecho famoso: su reverencia por clásicos contemporáneos como Bartok, su pasión por lo latino, la fusión con el rock y su dominio de los sintetizadores. Pero, por encima de todo, su pianismo a ratos romántico, heredero del mejor Evans o, en ocasiones, tan percusivo como el del maestro Monk. Y se sacó de la manga un disco que hizo que los ortodoxos pidiesen a gritos su cabeza.

Y es que cuando uno escucha The mad hatter y quiere estamparle la consabida etiqueta, no sabe muy bien que escribir dentro de ella. Su etéreo inicio con The Woods deja claro que no estamos ante un disco de jazz al uso. Cuando hace aparición el cuarteto de cuerda y la sección de metales, en temas como The trial, acompañando a una operística Gayle Moran, se funden los plomos de más de un rancio. Y, de repente, nos sorprende con lo que ha acabado siendo uno de los  mayores standards del jazz moderno, el luminoso Humpty Dumpty. Los sinfónicos arreglos de temas como Dear Alice o el apoteósico final con The mad hatter rhapsody hacen las delicias de los que, como yo, no hacen ascos a la fusión de estilos, disfrutando de momentos casi progresivos que dan paso a improvisaciones que son puro latin-jazz. Sus acompañantes de lujo – Eddie Gómez, Joe Farrell y Steve Gadd - no hacen más que elevar el valor de una obra que fascinó a un servidor siendo quinceañero, conquistándome de por vida para el mundo del jazz
Quizás la metáfora de la fascinante historia de Alicia que más se adapta a nuestros tiempos es la del conejo blanco, estresado por no llegar a tiempo a nadie sabe dónde y cuyo reloj podríamos sustituir ahora por un smartphone. Dejemos de ser como él, detengámonos un segundo y disfrutemos de obras como la que os propongo hoy.