Dicen que el movimiento se demuestra andando, pero en la
década de los sesenta y en Inglaterra muchos jóvenes músicos lo hicieron
tocando o, más bien, creando música muy original y que desencadenaría poco
después drásticos cambios.
Es norma extendida suponer que The Beatles fueron los creadores de muchas tendencias en la música de
su década. Una afirmación no del todo correcta porque, si bien es innegable que
los cuatro de Liverpool se arriesgaron y adentraron en terrenos desconocidos
hasta ese momento para el gran público, y que no se abandonaron a la comodidad
que el éxito les había brindado, también es no menos cierto que no fueron ellos
los inventores de todas las tendencias de la época y que, en ocasiones, ejercían
más bien como esponjas musicales que absorbían con mucho acierto lo que les
rodeaba, para después popularizarlo.
De forma que, mientras los escarabajos cargaban las balas de
su Revolver, ya un inquieto y extraño
músico llamado Roy Wood andaba componiendo
también canciones que rompían con los cánones establecidos, aunque apoyándose
en las estructuras del pop de la época.
Su banda, The Move,
comenzó siendo polémica y transgresora, al publicitar su primer contrato con
una fotografía en la que los músicos firmaban sobre la espalda de una guapa
modelo en topless – hoy en día a ver quién se atreve a tanto – o apoyando la
campaña de uno de sus primeros singles, la deliciosamente psicodélica Flowers in the rain, en una postal que
satirizaba de tal forma al primer ministro británico de la época, Harold Wilson, que les costó sus
royalties de por vida. Pero todo ello no empañaba sus aportaciones innovadoras,
siendo pioneros en la incorporación de melodías provenientes de la clásica y en
el uso de los cuartetos de cuerda integrados en una banda de rock, que ya
aparecen en temas como Night of fear
o The girl outside.
En mi juventud ya escuché a esta original banda, y mi asombro
fue mayúsculo al comprobar que llevaba oyendo desde mi más tierna infancia, en
manos de la orquesta de un tal Enrico
Simonetti, uno de sus éxitos más sonados, el melancólico Blackberry way, escondido en uno de los
discos de la colección de mi padre.
No encuentro un ejemplo mejor que el de los chicos de The Move para explicar que es una banda
de culto y sus requisitos básicos: ser tan ignorados por el público como
influyentes para formaciones posteriores. En el tablero de ajedrez de la historia
musical, el siguiente movimiento de su líder fue, indudablemente, el más
acertado: convertirse en la Electric
Light Orchestra. Lo que se dice una jugada maestra.
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