Allá por el siglo XIII, defendiendo Tarifa, dicen
que un tal Guzmán lanzó un cuchillo a los captores de su hijo, retándoles a
matarlo antes que entregar esa plaza. No vamos a pedir esas heroicidades a nuestros
artistas, incluso aunque se apelliden como ese militar que tanto nos celebraban
los libros de la EGB, pero sí que deberíamos reconocerles su valentía en lo
musical.
Este Guzmán, cantante y
compositor, lleva también toda la vida batallando, pero esgrimiendo como armas la
guitarra, su prodigiosa voz y su habilidad como compositor. En su infancia Chaikovski le tocó la fibra, pero
cuando The Beatles aparecieron en su
vida comprendió que lo suyo iba a ser una de las profesiones más bellas y más
exigentes que uno pueda elegir.
Su habilidad instrumental lo colocó en los mejores estudios del
Madrid de los 70 y de allí salió el primer trabajo con Solera, donde ya compartió atril con Rodrigo García. En poco tiempo se sumaron otros dos
talentos, Adolfo y Cánovas, para
parir el que se considera uno de los discos más fundamentales y mágicos de
nuestra música pop, Señora Azul.
Desde su maravilloso tema homónimo, la deliciosa Solo pienso en ti – no confundir con la posterior de Víctor Manuel - , las jocosas Don Samuel Jazmín o El vividor, la introspectiva y mccartniana Si pudieras ver, la descarada Supremo
Director y la atrevida María y
Amaranta - extrañamente no censuradas -
si no has escuchado esta producción del legendario Trabucchelli no puedes considerarte completo como melómano.
En su momento no obtuvo grandes ventas y cada uno de los miembros de
esta mágica formación tiró por su lado. Guzmán pasó por nuestro cercano Viator
haciendo su mili – allí nació su canción Sentado
en la cumbre del mundo -, para acabar los 70 con un disco sorprendente y
atrevido, El país de la luz,
incursionando en el jazz y el prog y del que aún recupera temas en sus
conciertos. Con los 80 y la movida llegó su triunfo comercial, creando Cadillac, rara avis en ese contexto, sabían
tocar y cantar de forma excelente, algo poco habitual en esos días en los que
triunfaban torpes músicos de cierta inventiva pero poca técnica.
Desde entonces, Jose María no ha dejado de tocar, cantar y componer,
bien con sus antiguos compañeros de C.R.A.G,
bien grabando algunos interesantes discos en solitario –su último, Re (2017), es una delicia - e, incluso, haciendo algunos jingles televisivos que todos hemos
tarareado alguna vez.
Lo tengo claro: yo soy más de héroes musicales que de los
provenientes de nuestra historia más casposa así que, en mi opinión, este sí es
Guzmán, el bueno.
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