Pisa con fuerza marcando el ritmo sobre el
escenario, aferrándose a su instrumento como si le fuera la vida en ello y
logrando extraerle lamentos que nos erizan la piel. Adopta poses que nos
recuerdan a dos Jimmys legendarios, Hendrix
y Page. No hace mucho Carlos Nuñez declaraba “la
gaita era la guitarra eléctrica de la edad media” y no le falta razón a uno
de los músicos más inteligentes y virtuosos con los que nos podamos topar hoy
en día, alguien que desprende una magia especial nada más comenzar a escucharlo.
Pero no solo el talento te lleva al éxito, también la diosa fortuna
tiene que esbozar una sonrisa, y le sucedió, en plena adolescencia, cuando Paddy Moloney - gaitero
de The Chieftains - se fijó en él tras una audición en el
conservatorio donde estudiaba. Al siguiente encuentro, en su Galicia natal, fue
invitado ya a tocar con la mítica banda irlandesa, que pasaron a transformarse en
unos padrinos ideales para alguien que deseaba profundizar en las raíces de la
música celta.
Sus coqueteos con el pop - su música ha sido incluso sintonía de La
Vuelta – puede que oculten la enorme figura que hay tras ese simpático y
extrovertido flautista y gaitero que, haciendo realidad el eslogan de la sidra,
ya es famoso en el mundo entero.
Desde su debut con el delicioso A
irmandade das estrelas este vigués universal no ha parado de investigar,
tratando de conservar las tradiciones del folk gallego y conectarlo con otras
músicas. En Os amores libres, disco
muy interesante, coqueteó incluso con el flamenco. Me enamoró su colaboración con el gran Roger Hodgson en el exitoso Mayo longo. En Almas de Fisterra se acercó a las tradiciones de la bretaña
francesa y, tras probar Mar adentro
con Amenabar, incursionó de lleno en
el séptimo arte con Cinema do mar. Incluso
viajó al país del futbol y la samba para, con Alborada do Brasil, establecer conexiones entre lo celta y lo
brasileiro.
Su último disco, Inter celtic,
lo define como la música celta del futuro, colaborando nuevamente con sus
queridos The Chieftains, los míticos
Alan Stivell o Ry Cooder, e incluso probando sonoridades cercanas al jazz rock. Y
acaba de publicar La hermandad de los celtas,
un libro donde recoge todas sus investigaciones.
Muy pronto vamos a poder disfrutarlo en el Cervantes de nuestra
capital y, muy al contrario que el bardo Asurancetúrix,
aquel al que los galos maniataban sistemáticamente en todas sus celebraciones,
los conciertos de Carlos Nuñez son un
antídoto frente al aburrimiento, una fiesta de la música, la diversión y el
buen gusto.
Yo de vosotros no me lo perdería,¡¡¡ por Tutatis !!!
Yo de vosotros no me lo perdería,¡¡¡ por Tutatis !!!
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