Parece mentira que sigamos a vueltas con la igualdad entre sexos, pero aún me llama más la atención que continúen esos comportamientos en países tan supuestamente avanzados como los EEUU, donde ya en el pasado siglo muchas artistas sufrieron discriminación por el solo hecho de formar parte del mal llamado sexo débil. Una de ellas, mi protagonista de hoy, la excelente cantante Linda Ronstadt.
De jovencita dejó su casa en
Tucson, Arizona -como el Jojo de Get Back-,
y emigró a donde todo se cocía en el mundo del rock del fin de los sesenta:
California. Y en pleno corazón del progresismo y la modernidad tuvo que
soportar críticas por ser solo intérprete y no compositora cuando nadie se
quejaba sobre esa misma condición aplicada a un Elvis o un Sinatra. Sumémosle
lo duro que resultaba liderar una banda de rock siendo mujer y manejar con mano
dura y tacto a la vez a sus músicos, algunos tan machotes que no veían con
buenos ojos tener jefa. Hasta con el público tuvo problemas, que la confundían a
veces con una groupie.
Aun así, tras probar en trio con
los Stone Poneys, inició su carrera
como líder acompañada por los que después fundarían la banda Eagles. Ya por esa época colaboró con
una de las grandes del jazz, Carla Bley,
en su mítico Escalator Over The Hill (1970),
una de las pocas óperas jazz de la historia.
Su mayor virtud fue transformar e
incluso mejorar temas de grandes compositores. Por su garganta desfilaron
versiones de Randy Newman con Bet No One Ever Hurt So Bad, Neil Young y su precioso Birds o Carole King con la deliciosa Will
You Love Me Tomorrow, esta última en Silk
Purse, un disco de una belleza inversamente proporcional a su portada, en
la que aparece una angelical y sonriente Linda posando junto a unos cerdos en
su pocilga. No sé si la cosa iba con segundas. Su gran éxito llegó mediando los
setenta con You´re No Good, un tranquilo
funk con aires al Philadelphia Sound, que sigue siendo un referente en una carrera
impecable en la que ha entonado desde standards a rancheras. Hace poco abandonó
los escenarios por un Parkinson avanzado que no la deja cantar. Que eso no nos
prive del placer de escuchar a esta pionera en el mundo del rock femenino.
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