Le conocí como Lefty Wilbury, uno de los viajeros de
la colorida pero misteriosa portada de un vinilo adquirido en la sección de
discos de Pryca (aquella primera gran superficie almeriense); no sabía aún que
era uno de los mejores cantantes que ha dado Norteamérica, Roy Orbison.
A veces la realidad te supera y
algo así le ocurrió a él. La misteriosa figura de hombre triste tras gafas
oscuras de este trovador de melancólicas melodías comenzó debido a una casualidad
y a su extrema timidez. Pero acabó convirtiéndose en realidad cuando le tocó
sufrir ciertas tragedias familiares difíciles de superar.
En sus inicios, con The Teen Kings, quiso ser rocanrolero,
siguiendo los pasos de su admirado (y muy pronto también amigo) Elvis Presley. Pero el triunfo le llegó
cuando su prodigiosa voz comenzó a entonar las intensas baladas por las que ha
pasado a la historia. Si no os emocionáis con temas como Only The Lonely, Crying, It´s
over y, sobre todo, el intenso bolero Running
Scared, comprobad si os sigue latiendo el corazón. Paradojas de la vida, su
hit más celebrado acabó siendo la alegre Pretty
Woman, composición que, gracias al cine, terminó asociándose con la
profesión más vieja del mundo.
En su momento más dulce es cuando
le golpea la tragedia: en menos de dos años pierde a su mujer y a dos de sus
hijos, en sendos accidentes. Para colmo, el mundo musical le vuelve la espalda
en los setenta, y las nuevas modas ―psicodelia, progresivo o hard rock― le pasan por encima como una apisonadora.
Su recuperación llegó en los
ochenta gracias a aquellos que siempre le habían admirado. Ahí estuvo el
cineasta Lynch incluyendo In Dreams en Terciopelo Azul, o George
Harrison ―con quien compartió giras y amistad en los sesenta junto a
The Beatles― incluyéndole en los Travelling Wilburys. Finalmente, Jeff Lynne decidió que una figura de su
valía tenía que volver por todo lo alto. Pero su débil corazón no supero tanto
trajín, dejando de latir un mes antes de que su nuevo y multiplatino trabajo, Mistery Girl, saliese a la calle. Y
llega la segunda paradoja: Mientras You
got it alcanzaba el número uno, Roy no lo consiguió disfrutar.
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