La reciente desaparición Maradona y la histeria colectiva
desatada —sobre todo en su país, donde le idolatraban—, me ha hecho reflexionar
y, como siempre, mis pensamientos lo conectan todo con aquello que más me
interesa, la música.
En un primer momento me pareció
indecente la elevación a los altares de alguien como él, con una trayectoria
extra deportiva tan lamentable, pero resulta que en el mundo de las artes
también existen ejemplos de personalidades de altos logros profesionales pero vidas
no tan ejemplares.
El primero que me viene a la
cabeza es Phil Spector, famoso
productor y creador del ‘muro de sonido’.
Su carácter de matón de barrio, sumado a la acusación y posterior
encarcelamiento por el asesinato de su mujer, no ha rebajado un ápice la
admiración que se le sigue profesando.
Otro ejemplo poco edificante
podría ser Charlie Parker, adorado
por todo amante del jazz —yo mismo me incluyo—, cuyas adicciones y problemas
con la justicia podrían no ser el mejor ejemplo —no hablo de lo musical— para
los jóvenes estudiantes de música improvisada.
En el rock nos encontramos con
miles de ejemplos poco edificantes, y a algunos de ellos un servidor los tiene
en un pedestal. Quien lea cualquier biografía de Bowie descubrirá, además de al genio, al hombre que durante algunas
épocas de su vida solo se alimentó de drogas y leche, y cuyos comportamientos a
nivel humano dejaban mucho que desear. Casi lo mismo diría de Elton John, con intentos de suicidio de
por medio y una vida de excesos poco virtuosa en sus años de mayor éxito.
Hasta mis idolatrados Beatles —quien me conozca sabrá de mi inquebrantable
veneración hacia ellos—, tuvieron sus luces y sus sombras en cuanto al consumo
de sustancias y comportamientos personales.
No hay nada como ponerte en la
piel de los demás para comprender la enorme pena que invade a los que pierden a
alguien que les ha hecho pasar momentos felices. Pensando que a mí se me
encogió el corazón la mañana en que supe que Bowie no volvería a componer nada
nuevo, entiendo mejor a los que lamentan que «el pelusa» no volverá a marcar ningún gol con la mano.
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