La llegada de septiembre tiene para mí un aliciente especial
desde hace algún tiempo. Me sitúa frente a un micrófono en Candil Radio - y ahora también desde Subterranea - y regreso a estas páginas desde las que semanalmente doy
rienda suelta a mi pasión por divulgar la buena música, entre faros y tabernas.
Pero durante el verano me he centrado en la mejor forma de
escucharla, el directo y os cuentos dos ejemplos. Desde hace un tiempo le tenía
ganas a un festival que no me pillaba precisamente ‘a tiro de piedra’, el Munijazz. Se celebra cada agosto en una
pequeña población de La Rioja llamada Munilla en la que sus vecinos se vuelcan
con el jazz ¡¡¡ y de qué manera !!!. Con
mi respeto hacia los grandes - y medianos – festivales, allí demuestran que si
algo se hace con cariño y respeto no hacen falta grandes presupuestos. Estar
sentado en una preciosa plaza de esa localidad y disfrutar a la luz de la luna
de unos conciertos fascinantes me pareció fruto de un buen sueño, obligándome a
pellizcarme cada cierto tiempo.
Impresionantes bandas como los suizos MaxMantis Trio, los IAWT homenajeando al gran Allan Holdsworth, los jóvenes boperos Gravity o la sensible costarricense Pahola Crowley me demostraron que se puede organizar un festival de categoría en cualquier parte de nuestro país si se tienen ganas, tesón y el conocimiento de lo que el amplio mundo del jazz ofrece.
Impresionantes bandas como los suizos MaxMantis Trio, los IAWT homenajeando al gran Allan Holdsworth, los jóvenes boperos Gravity o la sensible costarricense Pahola Crowley me demostraron que se puede organizar un festival de categoría en cualquier parte de nuestro país si se tienen ganas, tesón y el conocimiento de lo que el amplio mundo del jazz ofrece.
Ya de vuelta en nuestra Almería acepté la propuesta los
amigos del Aku Aku y acudí su último
concierto de la temporada. Que lo mío es el jazz y el rock es bien sabido por
los que tenéis la paciencia de leerme o escucharme habitualmente, pero esa
noche, que marcaba el final de agosto y el del santo que me da nombre, comencé
a saborear el flamenco como nunca me había pasado. Mucha culpa la tuvieron dos
hermanos de Motril, David y Carlos de
Jacoba, el primero al cante y el otro al toque, que lograron transmitirme
en pocos minutos mucho más que todo el flamenco que había escuchado hasta la
fecha.
Que además la fiesta se completase con mi buen el amigo el percusionista Jonhy Cortes, la asombrosa bailaora Claudia ‘La Debla’, el flautista Juan José Fernández, los guitarristas José del Tomate y Antonio Fernández y el virtuoso de la armónica Antonio Serrano, redondeó esa noche mágica.
Que además la fiesta se completase con mi buen el amigo el percusionista Jonhy Cortes, la asombrosa bailaora Claudia ‘La Debla’, el flautista Juan José Fernández, los guitarristas José del Tomate y Antonio Fernández y el virtuoso de la armónica Antonio Serrano, redondeó esa noche mágica.
Dicen que con la llegada del noveno mes aparecen las
depresiones así que, si me permitís jugar a terapeuta por un día, os recomiendo
estrenar este fatídico mes sentados en una mesa de ese lugar de Mojacar deleitándoos
con su buena música como el mejor anti-depresivo natural.
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