domingo, 13 de noviembre de 2016

El jazz de gran formato inunda Roquetas


EL JAZZ DE GRAN FORMATO INUNDA ROQUETAS

Los días 28 de octubre y 4-5 de noviembre Roquetas se inundó de jazz. De entre de la múltiples actividades de su estrenado festival, destacaron los grandes conciertos en su Teatro-Auditorio.

No son buenos tiempos para el jazz, o quizás nunca lo han sido en este país. Por desconocimiento, muchos tuercen el gesto solo con escuchar ese término: jazz. Por eso se valora mucho más el nacimiento de un nuevo festival, y Roquetas de Mar ha apostado por ello organizando su “I Festival Internacional de Jazz”. Lo ha hecho a lo grande, con tres conciertos maravillosos, dos big bands y una orquesta sinfónica. Ardua tarea resumir tanta buena música en una página.

El festival comenzó con el pianista valenciano Albert Sanz y su último proyecto, llamado L´emigrant, una serie de composiciones basadas en su experiencia tras una temporada en Suiza. Temas impecablemente arreglados e interpretados por Sedajazz Big Band, una fábrica de buenos músicos que debería existir en cada ciudad si nuestra pobreza cultural no fuese tan acusada.

Comenzaron con el sarcástico Movilidad exterior — aludiendo al eufemismo usado por la ministra Báñez para no decir emigración — como intro al fantástico L´emigrant, pieza fundamental del proyecto, donde pudimos disfrutar de los estupendos arreglos y la compacta sonoridad de la Sedajazz.
Más cercanos al free, Fuga de Cerebros — con duelo incluido entre el saxo de Vicente Macián y el trombón de Víctor Colomer — o Foret, dedicado al trompetista Voro García, gran protagonista del tema. También hubo espacio para temas de corte más clásico, entre el swing y el bop, como Bird´s Eye — dedicado a un club de jazz de Suiza —, Levando anclas o la preciosa y "ellingtoniana" Lisboa adormece. Y muy especiales las intervenciones del cantante Carles Denia, que comenzó con Si De Vora Meu Un Dia, incluida en el disco. Su voz rasgada y aterciopelada — con ciertos tintes andaluces aun cantando en valenciano — cautiva de inmediato, como se demostró en Quina plaent vesprada al lit o en Del destí en ticn prou de saber, con la que terminaron el concierto; ambos temas con arreglos inéditos de Sanz estrenados justo esa noche.
La primera parada del festival me dejó con un fabuloso sabor de boca, y esperando con ansia el siguiente concierto.
Pero lo de siete días después fue de un nivel de excelencia equivalente. En este caso el jazz y lo clásico se daban la mano. Afortunadamente está desapareciendo esa separación entre los músicos de ambos mundos, en favor de la música con mayúsculas. La gran protagonista de la noche era la Orquesta FIMA, dirigida por Emilio Fenoy, y comenzaron con el que para mí es uno de los mejores pianistas de la actualidad: Marco Mezquida. La obra, un clásico que mezcla de forma genial el jazz con la mal denominada “música culta”, Rhapsody in blue, de George Gershwin, incluye algunos maravillosos fragmentos improvisados por Mezquida. Tras ella, Marco nos regaló unas variaciones improvisadas sobre la famosa melodía de La tarara que volvieron a dejarnos sin aliento.
Casi sin tiempo para recuperarlo llegó el momento de ese cuento musical llamado Journey into Jazz, de Gunther Schuller; recuerda a Pedro y el lobo, de Prokofiev, pero relatando el proceso de introducción de un joven músico en el universo jazzístico. Preciosa fábula sonora, perfectamente narrada por Pablo De Coupaud, que demuestra que no basta el estudio y dominio del instrumento para ser músico de jazz. Se sumaron a la orquesta un quinteto formado por Antonio González, Bori Albero, Ramón Prats, Voro García y Sergio Albacete; estos dos últimos fueron los más destacados por sus diálogos instrumentales.
Como colofón, algo muy difícil de escuchar hoy en día. Al revolucionario Charlie Parker en un momento de su carrera le apeteció grabar con una orquesta de cuerdas, y el polémico experimento quedó para la historia en unas magnificas grabaciones: Parker with strings. Nuestro Parker particular fue el fantástico Antonio González, que calcó al maestro — algo nada fácil — en perfecta conjunción con la orquesta, y nos regaló algunas de esas joyas, como Just Friends, I´ll remember April, East of the sun o Easy to love.
Al no poder asistir al Epitaph de Mingus con la Double Big Band de Clasijazz no puedo relatarlo, pero si tocaron igual de bien que en su estreno, justo hace un año, apuesto a que fue genial.
Larga vida al recién nacido festival de jazz de Roquetas de Mar y esperamos con ansia su segunda edición.
Ramón García es pianista, compositor y arreglista de Almería. Más en ramongarciamusic.blogspot.com



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