“A todos los músicos
parece que nos da un poco de ‘yuyu’ tocar dos temas en tres por cuatro seguidos,
y se me ocurrió hacer un disco de doce canciones en el que todas llevasen este
compás pero con distintos patrones rítmicos…”.Así me explicaba Antonio
Gómez como estaba fraguando su nuevo proyecto en una entrevista días antes de
su concierto el pasado 2 de abril en Clasijazz. Ideas originales no le faltan a
este guitarrista almeriense, al que conocí cuando contaba quince años, y era ya
todo un virtuoso de su instrumento. Aunque en nuestra tierra no es prudente usar
el típico “ha llovido mucho desde entonces”, ya han pasado más de dos décadas y
unos cuantos fantásticos proyectos musicales, algunos con reflejo discográfico.
Con el primero, “Guitarra de Navidad”,
ya nos sorprendió con esa tremenda habilidad para hacer arreglos originales sobre
los villancicos más populares. Diez años después, en 2007, dio a luz “Aires de mar”, en el que demostraba
que no solo era un gran guitarrista y arreglista, sino también un compositor de
altura. No hace mucho volvía a los arreglos y con “Alcalá
Street” demostró que coplas, pasodobles y cualquier melodía típicamente
española puede ser transportada con genialidad al mundo del jazz y a su propio
universo creativo.
“Mis ‘guitar heroes’
al principio provenían del rock, como Mark Knopfler o Eric Clapton, pero poco a
poco fueron entrando otros héroes del jazz, como George Benson, Wes Montgomery
o Django Reinhardt….”, recordaba Antonio, y si uno se fija en su estilo
puede descubrir pinceladas de todos ellos y alguno más, como Metheny. Pero
cuando suena su guitarra se le reconocede inmediato, pues ha sabido ir forjando
su propio estilo como intérprete y compositor.
Pero vamos al concierto, que comenzó con un medio tiempo
llamado “Vital Alarm” donde los
acordes del piano de José María Pedraza
“Petaca” marcaban claramente el segundo y tercer tiempo, y sobre los que la
guitarra construía su bellísima melodía. Pedraza dejó claro por qué es uno de
los pianistas andaluces con mayor proyección en la actualidad, con un
intensísimo e imaginativo solo. “En lo
cierto” fue el siguiente tema, en la onda smooth jazz que Antonio domina, y donde dejaron todos claro su control
de la dinámica, logrando pasar de la calma a la tempestad en cuestión de
segundos, tanto en la melodía como en los solos. Con “La espera” afloraron esos aires “methenianos” pero, para dejar
clara su iPorvenir”, con aires de bolero, tuvo su espacio Joan Masana, que con su bajo de cinco
cuerdas y sobre un sutil acompañamiento de David
León, construyó un bello solo.
Terminaron el pase con un viejo conocido, el humorístico “¿Porqué te vals?”, que lleva años formando parte del repertorio de Gómez en directo, y donde David León tuvo uno de sus momentos de mayor lucimiento a las baquetas.
Terminaron el pase con un viejo conocido, el humorístico “¿Porqué te vals?”, que lleva años formando parte del repertorio de Gómez en directo, y donde David León tuvo uno de sus momentos de mayor lucimiento a las baquetas.
A esas alturas de concierto puedo asegurar que la variedad
de ritmos, armonías y melodías que los cuatro estaban desplegando sobre el escenario
era tal que nadie se habría fijado en la coincidencia de compás si el propio guitarrista
no lo hubiese advertido al inicio.
De forma calmada y deliciosa, con el dúo a piano y guitarra
“Nana para un sueño”, comenzó el
segundo pase. Continuaron con otra bellísima balada de aire aflamencado, “Trasluz”y, tras ella, “Two Jack Lake”. El inquietante “Despierto”, donde sobre un ostinato
del piano y bajo desliza una melodía que recuerda vagamente a aquel clásico “Can't
take my eyes off of you” de Frankie Valli,
sirvió para terminar la parte dedicada al nuevo proyecto. Para el final reservó
algunos de sus temas más conocidos de anteriores trabajos, comenzando por ese
genial arreglo del tema popular “Mi
tarara, sí” y el “Alhambra City”,
y reservándose para el bis el funky y
espectacular “In fraganti”, todo un
clásico en sus conciertos.
En una noche en la que la competencia más directa era el
enésimo Madrid-Barça, para los que allí estuvimos la victoria llegó en forma de
música de calidad hecha en nuestra tierra. Y, por cierto, matemáticamente
perfecta: tres por cuatro, doce obras maestras.
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