sábado, 9 de abril de 2016

Antonio Gómez: la aritmética del vals

“A todos los músicos parece que nos da un poco de ‘yuyu’ tocar dos temas en tres por cuatro seguidos, y se me ocurrió hacer un disco de doce canciones en el que todas llevasen este compás pero con distintos patrones rítmicos…”.Así me explicaba Antonio Gómez como estaba fraguando su nuevo proyecto en una entrevista días antes de su concierto el pasado 2 de abril en Clasijazz. Ideas originales no le faltan a este guitarrista almeriense, al que conocí cuando contaba quince años, y era ya todo un virtuoso de su instrumento. Aunque en nuestra tierra no es prudente usar el típico “ha llovido mucho desde entonces”, ya han pasado más de dos décadas y unos cuantos fantásticos proyectos musicales, algunos con reflejo discográfico. Con el primero, “Guitarra de Navidad”, ya nos sorprendió con esa tremenda habilidad para hacer arreglos originales sobre los villancicos más populares. Diez años después, en 2007, dio a luz “Aires de mar”, en el que demostraba que no solo era un gran guitarrista y arreglista, sino también un compositor de altura. No hace mucho volvía a los arreglos y con  “Alcalá Street” demostró que coplas, pasodobles y cualquier melodía típicamente española puede ser transportada con genialidad al mundo del jazz y a su propio universo creativo.
“Mis ‘guitar heroes’ al principio provenían del rock, como Mark Knopfler o Eric Clapton, pero poco a poco fueron entrando otros héroes del jazz, como George Benson, Wes Montgomery o Django Reinhardt….”, recordaba Antonio, y si uno se fija en su estilo puede descubrir pinceladas de todos ellos y alguno más, como Metheny. Pero cuando suena su guitarra se le reconocede inmediato, pues ha sabido ir forjando su propio estilo como intérprete y compositor.
Pero vamos al concierto, que comenzó con un medio tiempo llamado “Vital Alarm” donde los acordes del piano de José María Pedraza “Petaca” marcaban claramente el segundo y tercer tiempo, y sobre los que la guitarra construía su bellísima melodía. Pedraza dejó claro por qué es uno de los pianistas andaluces con mayor proyección en la actualidad, con un intensísimo e imaginativo solo. “En lo cierto” fue el siguiente tema, en la onda smooth jazz que Antonio domina, y donde dejaron todos claro su control de la dinámica, logrando pasar de la calma a la tempestad en cuestión de segundos, tanto en la melodía como en los solos. Con “La espera” afloraron esos aires “methenianos” pero, para dejar clara su iPorvenir”, con aires de bolero, tuvo su espacio Joan Masana, que con su bajo de cinco cuerdas y sobre un sutil acompañamiento de David León, construyó un bello solo.
Terminaron el pase con un viejo conocido, el humorístico “¿Porqué te vals?”, que lleva años formando parte del repertorio de Gómez en directo, y donde David León tuvo uno de sus momentos de mayor lucimiento a las baquetas.
mpronta, la improvisación de guitarra fue, de lejos, la más intensa y llena de virtuosismo de la noche. En la balada “
A esas alturas de concierto puedo asegurar que la variedad de ritmos, armonías y melodías que los cuatro estaban desplegando sobre el escenario era tal que nadie se habría fijado en la coincidencia de compás si el propio guitarrista no lo hubiese advertido al inicio.
De forma calmada y deliciosa, con el dúo a piano y guitarra “Nana para un sueño”, comenzó el segundo pase. Continuaron con otra bellísima balada de aire aflamencado, “Trasluz”y, tras ella, “Two Jack Lake”. El inquietante “Despierto”, donde sobre un ostinato del piano y bajo desliza una melodía que recuerda vagamente a aquel clásico “Can't take my eyes off of you” de Frankie Valli, sirvió para terminar la parte dedicada al nuevo proyecto. Para el final reservó algunos de sus temas más conocidos de anteriores trabajos, comenzando por ese genial arreglo del tema popular “Mi tarara, sí” y el “Alhambra City”, y reservándose para el bis el funky y espectacular “In fraganti”, todo un clásico en sus conciertos.

En una noche en la que la competencia más directa era el enésimo Madrid-Barça, para los que allí estuvimos la victoria llegó en forma de música de calidad hecha en nuestra tierra. Y, por cierto, matemáticamente perfecta: tres por cuatro, doce obras maestras.


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